En 1476 muere Vlad III, o Vlad Draculea, o Vlad Tepes "El empalador", príncipe de Valaquia, en la actual Rumanía( más conocido también como "Drácula" por la novela del irlandés Bram Stoker).
Tras su fallecimiento, aparecieron multitud de panfletos en Rusia y Alemania contando anécdotas del personaje. Mientras que en Alemania se remarca su crueldad, en Rusia se le ve más bien como alguien que tendría que actuar así para defender a su pueblo de las presiones territoriales turcas del Imperio Otomano. Pero la tradición oral ha hecho llegar hasta nuestros días también muchas leyendas y anécdotas de Vlad III (Drácula). A continuación mostraré tres significativas de las varias que existen.
•1ª- La copa de oro:
Cualquier ladrón que fuese capturado por Vlad III sería empalado. Para demostrar la seguridad que había en la ciudad, Vlad colocó una copa de oro al alcance de todos en la plaza central de la ciudad de forma que todos podían utilizarla para beber pero ninguno debía intentar robarla bajo pena de fuerte castigo. Y así fue, la copa nunca fue robada.
•2ª-Los embajadores:
Con varias versiones en las que cambia el origen de los emisarios y el tipo de sombrero que llevaban, en esta historia unos embajadores de oriente se presentan ante Vlad III. Al llevar turbante no descubrieron sus cabezas ante el príncipe, gesto que Vlad consideró como una falta de respeto y una ofensa hacia su persona. Ante las excusas que estos dieron de que no podían descubrir sus cabezas, Vlad decide clavarles el turbante a la cabeza para que no pudieran quitárselo nunca más y, por tanto, no corrieran el peligro de que su cabeza quedara al descubierto.
•3ª-La quema de pobres y enfermos:
Dándose cuenta de que el número de pobres y enfermos aumentaba considerablemente en Valaquia, Vlad decidió invitarlos a todos a un gran festín para demostrar que en su reino no había pobres. Cuando estaban en medio del gran banquete, Vlad Tepes se presentó y les preguntó si querían vivir sin preocuparse ni faltarles nada. Cuando le respondieron que sí prendió fuego a la sala del banquete de tal modo que ni uno solo pudo escapar. Cuando le preguntaban, Vlad justificaba esta acción como una forma de librar a los demás de tener que cargar con ellos. De este modo, según él, dejaban de haber pobres en sus dominios. Hoy día esta anécdota esta considerada por muchos rumanos como diferente. Según ellos los invitados al festín eran bandidos de la zona, no pobres y enfermos...
Pero leyendas o anécdotas aparte, es más que evidente que Vlad III no fue un vampiro, ni bebía sangre, ni se convertía en murciélago, ni ninguna de esas cosas. Su relación con estos no es más que la de ser un ser auténticamente malvado y cruel, aunque esto tampoco está muy claro, pues Vlad Tepes está considerado hoy día como un héroe nacional en Rumanía por su resistencia al expansionismo otomano, y a que Valaquia por aquel entonces era un pequeño país situado en una zona enormemente conflictiva, la frontera europea frente al Imperio Otomano, y estos hostigaban continuamente a los valacos porque sabían que eran la puerta que debían derribar para entrar en Europa.
Quizá Bram Stoker, el autor de "Drácula", a pesar de no haber visitado nunca Rumanía, eligió al personaje por ser un individuo "siniestro" que vivía en una zona donde la leyenda del vampiro estaba muy arraigada. Por la dureza con la que trataba a sus enemigos y su localización, Vlad III era un perfecto candidato para el vampirismo. Pero a pesar de esto, para los rumanos, Vlad Tepes es el hombre que protegió a Rumanía de las invasiones turcas y que la libró de la dominación húngara. No en vano, el escritor Bram Stoker es un personaje profundamente odiado en Rumanía.
Sin embargo, tampoco hay que negar la calidad literaria de la obra de Stoker, ni que la leyenda de Drácula y de los vampiros atrae hoy día a muchos turistas a tierras rumanas para visitar lugares como el Castillo de Bran (llamado de Drácula, aunque ni siquiera está muy claro si llegó a residir algún tiempo en él).
Toda esta mitificación del personaje histórico quizás ayudó a inflar en demasía la crueldad de Vlad III, que aunque fue malvado, no le iban a la zaga sus adversarios en aquel contexto de la Baja Edad Media.
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